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Soriaguiada-I (Puerta del Mercado de Almazán)

Soriaguiada-I (Puerta del Mercado de Almazán)

La puerta del Mercado de Almazán es una de las puertas más características del recinto amurallado de la villa adnamantina y constituye, todavía hoy, un poderoso simbolo de lo que fue en la Edad Media esta población soriana de frontera.

En esta primera entrada del Blog, os proponemos conocer uno de los recursos turísticos más importantes y reconocibles de Almazán: La puerta del Mercado. Dicha puerta de la muralla está orienta al suroeste y se caracteriza por ser la única puerta monumental de la muralla de Almazán que tiene torres anchas, macizas, de base rectangular y rematadas en su parte superior por almenas.

En su época, esta puerta tendría dos grandes portones de madera que estarían encajados en los correspondientes quicios de sillería y también un rastrillo de hierro, que, mediante su subida o bajada desde la buhedera, permitiría controlar la entrada por esta puerta. Actualmente, tanto los respectivos quicios de sillería como la buhedera se conservan y son fácilmente identificables.

La puerta del Mercado, sería, junto con las puertas de la Villa, Herreros y la desaparecida puerta de Berlanga, una de las cuatro puertas monumentales de la muralla de Almazán y recibe su nombre porque, en sus alrededores, se celebraba el mercado semanal durante la Edad Media.

Tanto la puerta del Mercado, como las otras grandes puertas, los pequeños postigos y la propia muralla de Almazán, que tenía una longitud aproximada de casi 2 kilómetros, fueron construidas, en su mayor parte, a finales del siglo XX y principios del XIII. Todo ello, para poder defender, con las mayores garantías posibles, uno de los escasos vados que había, en la provincia de Soria y en la Edad Media, sobre el Duero: El vado de Almazán.

Sin embargo, existe una curiosa anécdota que nos podría dar un poco más de luz acerca de la fecha de construcción exacta de los primeros lienzos de la muralla de Almazán y sobre todo, de la puerta del Mercado. Todo ello, ya que a finales del siglo XIX se extrajo un sillar de la puerta del Mercado en el cual se había grabado, en latín, la siguiente expresión: “El rey Alfonso me hizo”. Dicha frase, que en la Edad Media y en este territorio era algo relativamente frecuente, aludía, normalmente, a una responsabilidad directa, del personaje en cuestión, en la construcción del citado monumento. Por lo tanto, se puede afirmar, con bastante seguridad, que, por lo menos, la puerta del Mercado de Almazán fue mandada construir por orden directa de un rey llamado Alfonso. ¿Es posible saber algo más? Pues desgraciadamente muy poquito, ya que dicho sillar fue extraído de la propia puerta y fue mandado a la Real Academia de la Historia para ser estudiado. Actualmente, dicho sillar ha desaparecido de los registros de esta Academia y se desconoce el destino que haya podido correr. ¿Quién sería entonces este rey Alfonso? Teniendo en cuenta el contexto histórico de la propia época, lo más probable es que estemos hablando de tres posibles candidatos: Alfonso VI de León y Castilla (1065-1072/1072-1109), Alfonso I “El Batallador” de Aragón y Pamplona (1104-1134), y finalmente Alfonso VII de León (1126-1157). Por lo tanto, seguramente, la puerta del Mercado de Almazán fue construida a finales del siglo XI o principios del XII por alguno de estos tres reyes cristianos.

A lo largo de la historia, la puerta del mercado de Almazán ha sido objeto de las más variopintas obras y restauraciones. Una de ellas, que fue bastante desafortunada y tuvo lugar en la década de los años 70 del pasado siglo XX, le dio a esta puerta el aspecto que todos conocemos hoy en día. En la actualidad, en junio de 2021, la puerta del Mercado está siendo escenario de un ambicioso proyecto de restauración, que, imitando a los cercanos castillos de Berlanga de Duero y Calatañazor, va a hacer totalmente accesible su parte superior construyendo un mirador en la parte más alta de la propia puerta.

Una vez que dicho mirador esté totalmente construido, el visitante podrá subir hasta la parte más alta de la puerta del Mercado y sentirse como un auténtico centinela de la propia muralla. Todo ello, para poder observar, en la distancia, todo este territorio de frontera que una vez fue disputado entre diferentes reinos cristianos y taifas musulmanas.